Luis González Palma. 23 diciembre (para mi madre), 2023. Cortesía Blanca Berlín
Siempre hay algo que está más allá en toda representación. Algo que se nos escapa para siempre. Dentro de este “más allá” está la superficie que toda fotografía contiene, un espacio que por mínimo que sea siempre esconde algo, alberga un misterio invisible al ojo desnudo, contiene materia simbólica que registra las huellas del tiempo, los gestos y la memoria táctil de nuestros cuerpos. Es el contenedor de un universo de imágenes elocuentes pero extremadamente sutiles.

En general se podría decir que toda imagen es un dispositivo permanentemente abierto a la imaginación desde donde se establecen relaciones poéticas/simbólicas con el mundo exterior, es materia viva, mutable, siempre en proceso de cambio; un espacio intermediario, no solamente con nuestra limitada mirada, sino también con nuestro cuerpo, nuestros gestos, nuestra huella y nuestro mundo. Un espacio abierto para condensar el azar, siempre imprevisible.

Por otro lado, toda foto familiar (que es lo que cuenta en este proyecto), concentra nuestra historia personal y nuestra intimidad emotiva, contiene una relación siempre enigmática. Digo esto ya que es el receptáculo de un ritual en donde la caricia, la presión de los dedos o la huella de un beso quedan registradas cada vez que las tocamos, las acariciamos o las rozamos con nuestros labios.

Con este proyecto intento visibilizar los aspectos invisibles que toda superficie fotográfica contiene: huellas que laten en cada imagen, aspectos gestuales que somos incapaces de acceder cuando vemos una fotografía a simple vista. La idea es hacer visible a través de tecnología óptica la historia táctil, gestual y corporal concentrada en una foto. Es por estas razones que he elegido trabajar sobre imágenes que pertenecen a mi álbum familiar: una fotografía carnet de mi madre, otra de mi padre y otra de mi tío materno que por su naturaleza tienen un carácter universal ya que pueden ser la fotografía de cualquier ser querido.

La intención de esta experiencia es revitalizar la percepción de mi memoria amorosa y poner en discusión una “política de la mirada” en donde se evidencia nuestra limitación perceptiva sobre el mundo, especialmente sobre la representación de nuestro pasado y de nuestra memoria que siempre es una creación ficcional, fruto de nuestra imaginación y que nos permite crear una narrativa hecha de fragmentos.

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La fotografía que presento fue realizada a partir de cientos de fotografías tomadas con el microscopio electrónico de la facultad de física y matemáticas de la Universidad Nacional de Córdoba en Argentina. Imágenes tomadas individualmente para luego rearmar las fotos originales desde una perspectiva radicalmente distinta. Las impresiones están realizadas sobre un papel cebolla, material de enorme fragilidad, simbólicamente cercano a nuestra memoria siempre incierta, inconsciente, esa que nos habita o que la habitamos sigilosamente y en silencio.

Luis González Palma

There is always something beyond in every representation. Something that escapes us forever. Within this ‘beyond’ is the surface that every photograph contains, a space that, however minimal it may be, always hides something, harbours a mystery invisible to the naked eye, contains symbolic matter that records the traces of time, gestures and the tactile memory of our bodies. It is the container of a universe of eloquent but extremely subtle images.

In general it could be said that every image is a device permanently open to the imagination from which poetic/symbolic relations are established with the outside world, it is living matter, mutable, always in the process of change; an intermediary space, not only with our limited gaze, but also with our body, our gestures, our trace and our world. An open space to condense chance, always unpredictable.

On the other hand, every family photo (which is what counts in this project), concentrates our personal history and our emotional intimacy, contains an always enigmatic relationship. I say this because it is the receptacle of a ritual in which the caress, the pressure of the fingers or the imprint of a kiss are recorded every time we touch them, caress them or brush them with our lips.

With this project I try to make visible the invisible aspects that every photographic surface contains: traces that pulsate in each image, gestural aspects that we are unable to access when we see a photograph with the naked eye. The idea is to make visible through optical technology the tactile, gestural and corporal history concentrated in a photograph. It is for these reasons that I have chosen to work on images that belong to my family album: a passport photograph of my mother, another of my father and another of my maternal uncle, which by their nature have a universal character as they can be the photograph of any loved one.

The intention of this experience is to revitalise the perception of my loving memory and to discuss a ‘politics of the gaze’ in which our perceptive limitation on the world becomes evident, especially on the representation of our past and of our memory, which is always a fictional creation, the fruit of our imagination and which allows us to create a narrative made of fragments.

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The photography I present was made from hundreds of photographs taken with the electron microscope at the Faculty of Physics and Mathematics of the National University of Cordoba in Argentina. Images taken individually and then reassembled from a radically different perspective. The prints are made on onion paper, a material of enormous fragility, symbolically close to our always uncertain, unconscious memory, the one that inhabits us or that we inhabit stealthily and silently.

Luis González Palma

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