Nada es más profundo que la piel
Pep Carrió
07.11.18 – 5.01.19
“No hay nada más profundo que la piel”, el poema de Paul Válery, oracular y profético, abre perspectivas que se independizan de su autor para demostrar lo que el vate sabía: que la epidermis incierta del tiempo en la que se inscriben todas las narrativas habita en cada uno de nosotros. […]
En las piezas de Pep Carrió hay texturas que son textos enhebrados con la paciencia y el saber de quién quiere (¡y puede!) construir relatos que recuperan pieles de la vida, de diferentes vidas: ramas, fichas, botones, cordeles, fotos que son párrafos de historia. Trozos de historias en las que este poeta de la representación teje nuevas narraciones siempre abiertas, vertiginosas, inconclusas como una balsa que deambula en mares de orillas inalcanzables, entre la extrañeza de algo sido y la de aquello que podría ser pero todavía no existe y que tal vez nunca será. Cada pieza es una apertura novelística en la que se expone un nudo, ese inespecífico centro narrativo que -Dostoievski mediante- sabemos que es el centro del esquema del relato moderno.
Así es, la propuesta vertebral de presentación, nudo y desenlace que nos legó el autor ruso, significó a finales del siglo XIX, otorgarle protagonismo estelar al discurrir de la vida misma, antes subsumida en la trascendencia entre un nacer y un morir, entre una génesis y un apocalipsis. El nudo, los nudos, se reactivan en esta exposición donde cada propuesta es un hilo de Ariadna que cada cual tejerá a su manera, le pondrá sus personajes, los visibles y los invisibles, construirá una historia o una historieta, inventará un desenlace. Queda para quien dialoga con cada una -y con todas- las piezas, la apertura a inventar un comienzo; la precipitación de construir un desenlace. Pero a condición de adentrarse, de traspasar la corteza, es decir de imaginar, inventar, descubrir lo fantasmal e insólito que encierra cada obra, a modo de cada nudo, en su propia epidermis. Es decir, en sus profundidades. […]
Cristina Santamaría. Extracto de “Nada más profundo que la piel (Elogio a la paradoja)”
“There is nothing deeper than the skin,” the Paul Válery poem, oracular and prophetic, opens perspectives that become independent from its author to demonstrate what the vate knew: that the uncertain time’s epidermis is in where all the forms are inscribed. Narrative skills in each one of us. […]
In the pieces of Pep Carrió there are textures that are texts improved with the patience and knowledge of who wants (and can!) to build stories that recover skins of life, different branches, chips, buttons, strings, photos that are essentially, paragraphs of history. Pieces of stories in which this poet of representation weaves new narrations always open, dizzying, inconclusive as a raft that wanders in seas of unreachable shores, between the strangeness of something that can be and doesn’t exist or that maybe will never exist. Each piece is a novelistic opening in which a knot is exposed, a nonspecific narrative center that Dostoevsky understands as the center of the scheme in modern story.
Thus, the vertebral proposal of presentation, knot and outcome that the Russian author bequeathed to us, meant at the end of the 19th century, to grant star prominence to the course of life itself, previously subsumed in the transcendence between a being born and a dying, between a genesis and an apocalypse. The knots, are reactivated in this exhibition where each proposal is a thread of Ariadna that each one will weave in its own way. It will put its characters, visible and invisible, help build a story and invent an outcome. It remains for those who dialogue with each and every one of the pieces, the opening to invent a beginning; the precipitation of building an outcome. But on the condition of entering, of crossing the cortex, that is, of imagining, inventing, discovering the ghostly and unusual thing that each piece contains, like each knot, in its own epidermis. That is, in its depths. […]
Cristina Santamaría. Excerpt from “Nothing deeper than the skin (Praise to the paradox)”