Darkened cities
DARKENED CITIES (CIUDADES OSCURAS)
Mi trabajo consiste en mostrar cielos, cielos reales, aquellos que veríamos por la noche, si no hubiera contaminación lumínica ni contaminación atmosférica.
En el último medio siglo, un gran porcentaje de los habitantes de nuestro planeta han dejado de poder contemplar la belleza de la Vía Láctea. Casi la totalidad de sus estrellas se ha vuelto invisible en nuestros cielos. Así que me dirijo en particular al habitante de la ciudad que olvida y que ya no entiende la naturaleza. Mostrarle estrellas es ayudarlo a soñar de nuevo.
La pérdida de fronteras reales entre el día y la noche interrumpe el equilibrio de los ecosistemas y daña la salud humana. Es probable que la exposición prolongada a la luz artificial sea una contribución significativa al aumento de cánceres y trastornos hormonales. Es un hecho que la luz artificial en la epífisis, o glándula pineal, afecta la producción de melatonina necesaria para disminuir el desarrollo de las células cancerosas.
La lista de efectos dramáticos de la contaminación lumínica artificial en humanos y en la naturaleza es larga. Es la segunda causa principal de mortalidad de insectos, altera la migración de aves, modifica el comportamiento de los mamíferos, tiene un impacto en la reproducción de la vida marina, influye en el crecimiento de las plantas, sin mencionar el desperdicio económico y energético, y mucho menos la pérdida de observación astronómica clara fundamental para la comprensión de nuestros orígenes.
La energía desperdiciada se manifiesta en todo, desde la factura eléctrica mensual hasta el calentamiento global. La contaminación lumínica gasta dinero y energía. Miles de millones de dólares se gastan en iluminación innecesaria cada año solo en los Estados Unidos, con una cantidad estimada de $ 1.7 mil millones destinados directamente al cielo nocturno a través de luces exteriores sin blindaje. La iluminación desperdiciada en los Estados Unidos libera 38 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera anualmente; las luces exteriores sin blindaje son directamente responsables de 1,2 millones de toneladas de desechos de dióxido de carbono. Simplemente reducir y eliminar la iluminación innecesaria ahorra dinero y energía, a menudo con un gasto mínimo.
Las ciudades de luces siempre han sido consideradas prueba del poder del hombre. ¿Qué pasaría si tuviéramos que apagar las luces debido a la falta de energía?
Mi escrutinio fotográfico de la calidad del cielo nocturno es también una forma de revelar la urgencia del uso sostenible de los sistemas de energía y la lucha contra el cambio climático.