MANUEL ÁLVAREZ BRAVO

 

10.09.2025 – 08.11.2025

Manuel Álvarez Bravo (Ciudad de México, 1902-2002), fundador destacado de la fotografía moderna mundial, es considerado su mayor representante en la escena latinoamericana del siglo XX. La mirada de este pionero seduce con sus retratos humanistas, con su aproximación curiosa hacia la condición femenina y su experimentación con la abstracción, el paisaje y la arquitectura.

A pesar de que existe una tendencia a encuadrar la obra de Manuel Álvarez Bravo como perteneciente al movimiento surrealista, el maestro mexicano lo desmintió una y otra vez a lo largo de su vida. “A menudo se confunde el surrealismo con lo fantástico, con la interpretación de la realidad’’. La poesía, la fina ironía, las asociaciones visuales, los títulos ocurrentes, cultos o ingeniosos que caracterizan a este fotógrafo, han de considerarse como cualidades personales del artista, que por lo demás no dudó en reconocer abiertamente las influencias que recibió, en especial la de Eugène Atget o la del cubismo a través de Picasso.

Ahora, 95 años después de aquella exposición histórica para la fotografía en la galería neoyorquina de Julien Levy junto a Cartier-Bresson y Walker Evans y transcurrida más de una década sin que la obra de este gran innovador del lenguaje fotográfico haya sido objeto de una muestra en nuestro país, esta exposición rinde homenaje a uno de los nombres esenciales de la fotografía universal.

Manuel Álvarez Bravo

«Fue en el año 1938 cuando hice la fotografía llamada ‘La buena fama durmiendo’. En ese momento era profesor en la Academia de San Carlos en la Ciudad de México. André Bretón estaba en la ciudad haciendo arreglos para una exposición de surrealismo en la Galería de Arte Mexicano. Un día, estaba haciendo fila para cobrar mi sueldo y recibí una llamada telefónica de alguien que hablaba en nombre de Bretón, quien no hablaba español. Esta persona indicó que Bretón deseaba que hiciera una fotografía para la portada del catálogo de la exposición. Sucedió que en el grupo que esperaba el sueldo había una modelo llamada Alicia que había posado en desnudo en mi clase de fotografía. Le pregunté si subiría a la azotea de la escuela para hacer una fotografía. Luego, en el mismo teléfono en el que había recibido la llamada de Bretón, hablé con un amigo mío, el Dr. Francisco Marín, para preguntarle si podría venir a la escuela a vendar a una modelo. El doctor pensó que debía ser algún caso urgente, y llegó con gran rapidez en su coche, con las vendas. Mientras tanto, había enviado al vigilante de la escuela al mercado cercano, «La Merced», para compra unos «abrojos». Estos son espinas muy fuertes producidas por un tipo de cactus que crece en terrenos rocosos. En español «abrojos» significa «abre ojos» u ojos abiertos. Las espinas se llaman «abrojos» para recordar a uno que debe estar alerta, porque son muy afiladas y pueden penetrar la piel a través de los zapatos. Luego le pedí al vigilante que me prestara la manta que usaba por la noche. El doctor llegó. Vendó a la mujer y yo tomé la fotografía. Trabajé de manera muy repentina y muy rápida, obedeciendo un sentido de automatismo surrealista.»

Manuel Álvarez Bravo (Mexico City, 1902-2002), a prominent founder of modern world photography, is considered its greatest representative in the Latin American scene of the 20th century. The gaze of this pioneer captivates with his humanist portraits, his curious approach to the female condition, and his experimentation with abstraction, landscape, and architecture.

Despite a tendency to frame Manuel Álvarez Bravo’s work as belonging to the surrealist movement, the Mexican master refuted this repeatedly throughout his life. «Surrealism is often confused with fantasy, with the interpretation of reality.» The poetry, fine irony, visual associations, clever, witty, or ingenious titles that characterize this photographer should be regarded as personal qualities of the artist, who did not hesitate to openly acknowledge the influences he received, particularly from Eugène Atget or Cubism through Picasso.

Now, 95 years later, that historical exhibition for photography at the New York gallery of Julien Levy alongside Cartier-Bresson and Walker Evans, and after longer than a decade without the work of this great innovator of photographic language being the subject of an exhibition in our country, this exhibition pays tribute to one of the essential names in universal photography.

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