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    15 AÑOS, 15 ICONOS

    19.02.2022 – 21.05.2022

    La galería Blanca Berlín cumple 15 años y lo celebra con una muestra colectiva que reúne el trabajo de 15 de sus artistas más icónicos: Carlos Pérez Siquier, Castro Prieto, Cecilia Paredes, Flor Garduño, Isabel Muñoz, Jerry Uelsmann, Jürgen Schadeberg, Martín Chambi, Luis González Palma, Ortiz Echagüe, Ouka Leele, Ramón Masats, Ricard Terré, Soledad Córdoba y Toni Catany.

    Aunque sí son todos los que están, no están todos los que son, algo inevitable cuando hay tanto donde elegir y una cifra tan limitada a la que ceñirse. La decisión sobre qué autores presentar ha sido difícil y no lo ha sido menos la elección de cada una de las creaciones expuestas, de las que se ha buscado destacar su carácter singular y único. Las hay contemporáneas e históricas, nacionales e internacionales, de artistas consagrados y de otros menos conocidos, incluso de algunos que ya nos han dejado. También es reseñable la gran variedad temática y formal del conjunto resultante. Nos hemos esmerado en ofrecer la mejor exposición posible a nuestros amigos, clientes y visitantes para agradecerles todos estos años de compañía y apoyo.

    De los fotógrafos españoles escogidos, seis han sido galardonados, entre otros reconocimientos, con el Premio Nacional de Fotografía, como Ramón Masats (Caldas de Montbui, 1931), con quién inauguramos nuestro espacio hace ya tres lustros. Su contundente mirada nos ha convertido en testigos de ese instante decisivo devenido en una de las imágenes más divulgadas de la fotografía española: “El gol lo metió de chilena, levantándose la sotana”, nos dice. “El autor del disparo, curiosamente, no aparece en la imagen. Al cabo de los años el portero se puso en contacto conmigo. Continúa siendo sacerdote y me dijo que si hubiera llevado chándal seguro que lo habría parado. No supe que fue gol hasta algunos años después cuando, ampliando mucho la foto, pude ver que la pelota había sobrepasado la mano.”

    Otro de los imprescindibles de la galería es Isabel Muñoz (Barcelona, 1951), con la que compartimos complicidades desde el instante mismo en que abrimos nuestras puertas. Entre su fecundo porfolio, hemos optado por una de sus fotografías más impactantes, una toma de la serie Danza cubana realizada en 2001 en la Habana Vieja. Para Isabel Coixet “…los ojos de Isabel Muñoz tienen la mirada ávida, opaca, precisa y cristalina de un águila noble que caza a sus presas de manera límpida, sin maniobras retorcidas y aviesas. Sea un trasero cubano embutido en un imposible traje blanco, una mujer de la banda de los maras, un niño sosteniendo una caracola {…} las imágenes de Isabel Muñoz tienen la rara virtud de cortar el aliento y permanecer inolvidables en la retina”.

    Igualmente referencial es, para nosotros, Castro Prieto (Madrid, 1958), entrañable compañero de fatigas en los vaivenes de tan largo período. La obra elegida, Madrid, 1993, es un desnudo femenino que bien pudiera ser rebautizado como “La tensa serenidad de la belleza”, en palabras de Publio López Mondéjar “Al fin y al cabo, de ese universo de sombras está hecho lo real. Y eso lo sabe muy bien Castro Prieto, para el que la fotografía no es sino una forma de introspección, una herramienta que le permite buscar la luz en la tiniebla de sus más inquietantes delirios.”

    Carlos Pérez Siquier (Almería, 1930 – 2021) nos ha dejado recientemente y ya le echamos de menos. Las copias expuestas pertenecen a su primera serie fotográfica, realizada en la segunda mitad de los años 50 en el humilde barrio almeriense de La Chanca. Recientemente se ha publicado su libro póstumo, que estaba preparando con ilusión cuando le sorprendió la muerte.

    Demasiado breve fue, también, la compañía de Toni Catany (Llucmajor, 1942 – Barcelona 2013). Su inesperado fallecimiento nos dejó un poco más huérfanos. Las obras elegidas constituyen un elogio al desnudo masculino, espacio poco frecuentado en nuestra fotografía si se compara con el uso del mismo tema en clave femenina.

    Ouka Leele (Madrid, 1957) cierra el repertorio de los Premios Nacionales de Fotografía reunidos en esta exposición. Y de ella hemos elegido una obra de Peluquería, su gran serie iniciática en la que pobló las cabezas de variopintos personajes con utilería de su propio imaginario: limones, prótesis dentales, pulpos, jeringuillas…

    La niña bizca de primera comunión es una de las fotografías más publicadas de Ricard Terré (Sant Boi de Llobregat 1928- Vigo 2009) y que mejor condensa su especial sensibilidad a la hora de interpretar el mundo de los niños. “En la inauguración de una exposición en la que aparecía esta foto, se me acercó un señor, el doctor Pascual.  Me contó que tenía una sobrina con síndrome de Down, y que deseaba que yo fuera el fotógrafo de su primera comunión. Inmediatamente le dije que si… Cuando me preguntó cuánto le iba a cobrar, le respondí, espontáneamente y casi sin pensar, que mis honorarios consistirían en la operación de la niña bizca. ¡Él aceptó mi propuesta! Y así fue: hice las fotos a su sobrina, localicé a la niña bizca y se hicieron las correspondientes operaciones para corregir su defecto”.

    De José Ortiz Echagüe (Guadalajara, 1886 – Madrid, 1980) nos hemos decantado por El idolillo, una composición de 1925 que llama la atención por la ternura que desprenden los personajes, una madre con su pequeña bebé vestida con el traje regional. Es un positivo del propio autor realizado al carbón fresón, técnica que rebautizó como carbondir. Sus acusados contrastes lumínicos crean una poderosa impresión de tridimensionalidad en sus retratos.

    Dos artistas latinoamericanos especialmente queridos en la galería nos ofrecen una formulación expresiva más conceptual. Por una parte, Cecilia Paredes (Lima, 1950), de la que exponemos una caja de luz de gran formato, La dorsal, una de sus más conocidas fotoperformances, composiciones con las que inmortaliza complejas escenografías mediante pintura corporal. La dorsal debe su nombre a una falla sísmica que atraviesa Chile y Perú. “Estaba haciendo un proyecto sobre este tema cuando sentí la necesidad de interpretarlo yo misma. ¿Cuándo comienza y cuándo termina una línea en un patrón tan sinuosamente trazado? Así que ahora soy el paisaje, soy la tierra y soy la portadora. La forma central de “v” de mi espalda está pintada desde el principio de la vértebra atlas hasta el final de la columna vertebral. La tela está plisada a la manera de los antiguos maestros del alto Renacimiento, pero debido a la forma y a la postura, sugiere un kimono. Una fusión maravillosa que me interesa mucho como un recordatorio constante del pensamiento integral”.

    Luis González Palma (Guatemala, 1957) nos sorprende con un retrato en gran formato perteneciente a la serie Möbius. Esta obra, delicada y etérea, fue expuesta en la 51 Bienal de Venecia y en ella se abre un diálogo inédito entre la figuración y la abstracción, con la utilización como soporte de un material experimental, el papel de arroz tenguchi, que con el paso del tiempo va generando pliegues y volutas de carácter geométrico.

    Mesteños es la serie elegida para representar a la fotógrafa mexicana Flor Garduño (México, 1957). El vocablo español se adoptó en el siglo XVI para denominar a los caballos sin dueño que se enviaban al nuevo mundo, donde su nombre degeneró en la palabra inglesa Mustang, que se aplica en la actualidad a los caballos salvajes que corren libremente por las praderas norteamericanas. 

    Martín Chambi (Perú 1891 -1973) fue el primer fotógrafo de sangre indígena que retrató a su propio pueblo con orgullo y altivez, revelando el universo cotidiano y mágico de la cultura andina. Los rostros fotografiados por el fotógrafo peruano reflejan la dignidad de un pueblo refugiado en sí mismo, incómodo en las impuestas vestimentas, sometido, pero nunca humillado. El gigante de Llusco es uno de los iconos más universales de la historia de la fotografía.

    El estadounidense Jerry Uelsmann (Detroit, 1934) mantiene un estricto apego a las técnicas puramente analógicas del cuarto oscuro y es reconocido como uno de los pioneros de la manipulación de la imagen. Este gran maestro del fotomontaje crea sus copias mediante la integración de múltiples negativos y procesos de revelado, fusionando lo subjetivo y lo objetivo en una única imagen.

    Enorme valor iconográfico e historiográfico tienen las dos instantáneas del alemán Jürgen Schadeberg (Berlín, 1931 – La Drova, Valencia, 2020). La primera, tomada en la Sudáfrica del Apartheid, país al que emigró de joven huyendo del auge del nazismo en su Alemania natal, representa a Mandela revisitando la celda en la que permaneció recluido durante 27 años. La segunda es Handstand on Michel, con el acróbata Hans Priguitz realizando una fascinante pirueta sobre los tejados de la ciudad alemana de Hamburgo en 1948.

    El contrapunto a este imponente elenco de autores lo pone una de las artistas más jóvenes de nuestra galería, la asturiana Soledad Córdoba (Avilés, 1977) quien nos propone una muestra de su trabajo más reciente, Trilogía del alma. Fue realizado con una Beca Leonardo de la Fundación BBVA. Su propio cuerpo, elemento central de toda su obra, se funde con el desierto como un organismo animado.

    Con este cumpleaños celebramos una trayectoria durante la que hemos experimentado todo tipo de emociones, alegrías, tristezas y decepciones. En estos cinco mil quinientos días hemos inaugurado casi un centenar de exposiciones en la galería, más de treinta muestras comisariadas por nosotros en distintas instituciones, hemos participado en una cincuentena de ferias nacionales e internacionales y exhibido a nuestros artistas en importantes y numerosas exposiciones a lo largo y ancho del mundo. También hemos recibido premios y compartido la alegría de los otorgados a nuestros autores. No podemos más que estar agradecidos a la vida y a todos los amigos que nos han acompañado.

    ¡Esperamos seguir compartiendo con vosotros nuestro entusiasmo y amor por el arte y la fotografía al menos durante los próximos 15 años!

    EXPOSICIÓN FONDO DE GALERÍA

     

    MA CASANOVA

    ENORMEMENTE PEQUEÑOS

    SOLEDAD CÓRDOBA

    UN LUGAR SECRETO

     

    MA CASANOVA

    ENORMEMENTE PEQUEÑOS

    Todavía no he tenido la oportunidad de leer la novela “El Dios de las pequeñas cosas”, sin embargo, el título encaja a la perfección con el espíritu que me transmiten las fotografías de Ma Casanova. En todas ellas percibo una presencia poderosa escondida tras lo aparentemente insignificante. La normalidad de la vida de un individuo transcurre entre un círculo de personas y acciones muy reducido. Nos levantamos, hacemos deporte, vamos a trabajar, hablamos con nuestros compañeros, leemos, cocinamos… A veces, nos aferramos tanto a este reducto de actividades personales que olvidamos su pequeñez dentro del cómputo global del mundo. Creemos que son fundamentales porque ocupan un gran espacio dentro de nuestra existencia, pero solo tenemos que levantar la vista y mirar a nuestro alrededor para recordar que su influencia es tan diminuta como la del sujeto que la ha puesto en marcha.

     

    SOLEDAD CÓRDOBA

    UN LUGAR SECRETO

    El cuerpo es ese lugar donde nos ha tocado habitar, pero es el miedo a mutar, a ser agredido o a estar enfermo lo que nos hace ser más conscientes de nuestra corporeidad. Por eso lo que me inquieta es indagar en los mecanismos del inconsciente, cómo se ve el cuerpo, la realidad humana desde el prisma de lo irreal, la premonición, lo mágico, el ensueño, por este motivo represento el cuerpo como una fuente inagotable de creación.

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